miércoles, 25 de junio de 2014

ARMAS DE DISTRACCION MASIVA

Los recientes atentados terroristas en Kenia castigan duramente al turismo que proyectaba ir este verano al país. Les pasa últimamente justo ante de los periodos vacacionales, sean en Navidad, Semana Santa o el estío, como un oportuno torpedo en su poderosa industria turística. 

El lugar del ataque, Mpeketoni, está a cuarenta kilómetros de la legendaria isla de Lamu, donde no hay grandes hoteles y los viajeros tienen alergia a cualquier viaje organizado. He vivido aventuras en esa isla bendita alejada de aberrantes turoperadores. Al estar libres de grandes complejos hoteleros, no notan tanto el bajón. Siguen yendo los de siempre. No pasará lo mismo con Malindi, donde los italianos son los principales inversores, ni con South Coast, llena de intereses turísticos alemanes e ingleses.

Lo curioso y que nadie explica es la situación legal de costa keniata. Tras la independencia del imperio británico—se acaban de cumplir cincuenta años—Kenia aceptó que su costa siguiera regida por la ley del sultanato de Omán, algo que incluso los ingleses respetaron. Sus habitantes son de ascendencia musulmana desde hace siglos. Ahí puede estar la base del conflicto, pues la mayoría política del país—en este caso kikuyu,  de religión cristiana—aspira a manejar también la costa y su poderoso mercado: Mombasa es el principal puerto de Africa del Este.

Kenia es un país riquísimo y su clase política es la mejor pagada del mundo, con un nivel de corrupción que, aunque parezca increíble, deja en bragas al de España. Las tensiones entre China y Estados Unidos son constantes en este gran país que es llave del próximo oleoducto, con todo el petróleo de Sudán del Sur, que desembocará en el megaproyecto del puerto de Lamu. A menos turistas, menos protestas…

El grupo terrorista Al Shabah reclama la autoría de los atentados mientras exige la retirada de las tropas keniatas en la anárquica Somalia. Pero las informaciones son oscuras en todo lo que respecta a este grupo de reciente creación. Hay continuos rumores de conspiración de una violencia interesada, de una geopolítica aparentemente incomprensible que es la misma que ha arrasado países prósperos—en comparación con sus vecinos— como Irak,  Libia y Siria, hoy en mucho peor situación de la que tenían estaban con sus conocidos dictadores, que por otra parte respetaban la diversidad religiosa.

Las informaciones periodísticas son incompletas y se convierten en un arma de distracción masiva a beneficio del poder en la sombra. A río revuelto, ganancia de algunos pescadores.  

 

 

jueves, 12 de junio de 2014

LAS DUDAS DE DURAN


Duran i Lleida pide tiempo para reflexionar sobre su papel en CIU. Sin duda es hombre más cabal que su socio el Mas hortera todavía, y sabe jugar con los tiempos hasta la exasperación. Lo que pasa es que en la dulce Cataluña han mareado demasiado la perdiz. Las alianzas delirantes del Tripartit han sido secundadas por la falta de seny de CIU y el resultado es que en la región más burguesa de España ya solo ganan los comunistas.

La última vez que me encontré a Duran en la calle fue en Jermyn Street, Londres. El nacionalista catalán miraba extasiado un escaparate de zapatos Church´s. A su lado había un hombre corpulento (¿el guardaespaldas?) y ambos formaban una extraña pareja mirando paletamente el escaparate, como preguntándose si podrían entrar. Lo reconocí mientras me dirigía a Davidoff, en la esquina con Saint James. Entonces me dije: he ahí un burócrata español a punto de gastar ese dinero público que no es de nadie.

 Estuve un buen rato escogiendo puros. El encargado jefe, un viejo encantador con arrugado rostro de galápago, enseguida intuyó que no podría colocarme los cigarros dominicanos que  hoy fabrica su casa, así que guiñó un ojo mientras me abría la puertas de una cava habanera formidable. Bolívar, Juan López, Larrañaga y Partagás fueron mis elecciones. Después el viejo me recomendó una pipa para las cortas fumadas a la salida del pub, pues en Londres también prohíben fumar, y me obsequió con una aromática mezcla, especial de a casa, de tabaco de Virginia y Latakia.

Pues bien, a la salida de Davidoff, mientras caminaba con un fragante tabaco encendido, ¡volví a encontrarme a Durán frente al mismo escaparate!

Las nubes del puro le hicieron parpadear. Cuba, la divina isla caribeña crisol de mil razas, fue amada por muchos catalanes que allí hicieron negocio y placer. Se sentían orgullosos de su origen y destino, sin hacer palurdos separatismos. Amaban las mulatas, el ron, los puros y las lenguas española y catalana. 

Pero a Durán no se le contagió el cosmopolitismo. El político continuaba mirando el escaparate. Era demasiado ridículo, así que yo seguí mi camino. Por eso mismo pienso hoy, cuando el político pide tiempo, en que va para largo y desquiciará a sus socios radicales, los mismos que pretenden anexionarse Baleares sin consulta alguna.

Además, abandonar la suite del Palace madrileño resulta más difícil que entrar en una tienda de zapatos.

 

lunes, 2 de junio de 2014

RAMÓN LLUL EN EL BAR


El Bloody Mary del moderno Saint Regis de Singapur—el hotel más caro de Asia, según gustan informar los taxistas de una ciudad aséptica donde nadie fuma ni se ven pobres—es magnífico. Conserva fielmente la fórmula inventada para conjurar las tormentosas resacas de monsieur Petiot, barman del S. Regis de Nueva York.

Sin embargo es en el Raffles, con su armoniosa arquitectura colonial, donde se está realmente a gusto. (¡A ver si se enteran de una vez los prostituidos arquitectos sin gusto, sentido ni sensibilidad!). Eso sí, hay que evitar las aglomeraciones de hordas australianas devoradoras de cacahuetes, y pasar al Writers Bar, santuario sagrado cuya entrada guarda un elegante sikh.

“¿Es usted huésped del hotel sir?”. “No, pero soy escritor”. “Adelante entonces”, me dice el guerrero hindú mientras cierra el paso al australiano en pantalón corto, un bárbaro que no ha leído a Kipling, Conrad ni Maugham, un patán que ignora la contraseña para entrar al olimpo.

Una vez en el bar hay que olvidarse del Singapur Sling (un coctel con más mezcla que la tripulación de un mercante panameño) y pedir un gin tonic con dosis triple de ginebra. Esa es la bebida que permitió a los puritanos ingleses conquistar medio mundo bajo la bandera del progreso y la revolución industrial. La ginebra y la tónica son una medicina deliciosa para conjurar las maladies tropicales y además te ponen en sintonía cósmica, apreciando mejor el paso ingrávido de las fascinantes malayas y el lenguaje de sus misteriosas miradas.

En el bar encontré a un investigador armenio bebiendo un ricard. Al enterarse que yo era español, me habló con pasión de Ramón Llul: “¡Fue el primero en escribir sobre la destilación del alcohol! También era viajero y recorrió los países musulmanes porque quería unificar las tres religiones: judía, musulmana y cristiana, para lo cual había preparado el terreno el obispo de la Seu de Urgell del año 800, Félix, quien junto al primado de Toledo, Elijando, proponían la doctrina del Adopcionismo: que Jesucristo era hijo adoptivo de Dios y no Dios mismo. Eso era importantísimo porque hubiera permitido entenderse con los musulmanes, que también consideran a Jesús un personaje extraordinario, pero no divino.”

El armenio estaba en Singapur buscando restos de la tradición cristiana en Oriente, contrastando las teorías de que Santo Tomás murió en la India o que incluso el mismísimo Jesús emigró allí tras su resurrección.

Y bebía ricard como si no hubiera un mañana.