miércoles, 23 de abril de 2014


GOZO Y LITERATURA
Desnudo del perro blanco
En mañanas como hoy uno de los santos cristianos más paganos, San Jorge, seguirá matando al dragón de la vulgaridad y liberando a doncellas de rosas sangrantes. La literatura estimula la imaginación y el intelecto, permite vivir mil vidas y exorciza el pensamiento único del mundo uniformizado que pregonan los taimados políticos y ayatolás tribales. Esclavo es el incapaz de hacer poesía.

En los años del zoteparismo, una memaministra condenó Memorias de mis putas tristes, del mago Gabo, porque, según ella, alentaba la pedofilia. ¡Qué abominable es eso de la corrección política! A García Márquez no pueden admirarle unos porque era amigo de Fidel Castro. Otros impiden homenajes a Agustín Foxá porque compuso el cara al sol junto a José Antonio Primo de Rivera. ¡Qué mentes pequeñitas y corazones tan mezquinos tienen los burrócratas que pretenden dictarnos qué leer!

Algunos bolas tristes y modernos savonarolas dicen que el libro está condenado a muerte. Les interesa matar las ilusiones o derrotar al sereno escepticismo que regala la lectura para combatir a los patanes del poder.

Los planes de estudio son delirantes y mandan leer a los jóvenes unas obras enemigas de la vida para transformarlos en cotizantes zombies. Piensan que así lograrán que ya no lean más, que se esclavizarán cibernéticamente y su cultura no vaya más allá de las revistas de portera o una televisión absurda. Pero no podrán. Mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!, como cantaba el romántico y libertino Bécquer. Que escapen de las aulas y marchen a la naturaleza con un buen libro en sus manos, que se tiendan bajo un pino y duerman siesta pánica, vislumbren el rayo verde y se enamoren de nuevo de la vida.

Vivir bien es mejor que vivir, decía Aristóteles. Los libertinos eran mucho más profundos de lo que lo que creían los meapilas y valoraban el bel esprit. Ser alegre, vivaz, estar lleno de fuego, gozar de la buena compañía y la conversación. Y a todo eso ayuda la lectura, que nos eleva sobre el más bajo denominador común de esta era socialista.

A la hora de leer es bueno, como recomendaba Ovidio, perseguir el placer. Flaubert recomendaba acercarse a Montaigne de la siguiente  manera: “No leas como hacen los niños, por diversión, ni tampoco como los ambiciosos, para instruirte. No, debes leerlo para vivir.”

Y la vida bullirá en esta mañana de libros y rosas y los libros salvarán más corazones que todos los médicos y psicólogos juntos.

miércoles, 16 de abril de 2014

 
HISTORIA DE TRANSGRESION

Se cumplen cincuenta años de la independencia de Kenia, cuando Jomo Kenyatta hizo arriar el pabellón británico mientras el duque de Edimburgo le preguntaba: ¿Está seguro de que quieren hacer esto?

La prensa local publica cada día jugosas informaciones al respecto, siendo uno de los capítulos más rocambolescos la herencia disipada de las ovejas negras de la aristocracia inglesa, llena de adulterios, drogas y clubes donde las damas guardaban las formas hasta que llegaba la hora de quitarse las bragas. Algo muy natural, por otra parte.

La situación llegó a ser tan escandalosa que se hizo célebre el “Are you married or do you live in Kenya? (¿Está usted casado o vive en Kenia?) Eran los tiempos excitantes y de moral relajada del earl of Erroll, mientras lord Delamere perdía el ganado que había importado de Australia por hacerlo pacer en unas tierras que los masai consideraban venenosas y Karen Blixen todavía tenía una granja en Africa. Era también el hedonismo eduardiano tras el puritanismo de Victoria.

Tal lectura me recuerda a las crónicas ibicencas de los años cuarenta, cuando el tasmano Erroll Flynn fondeaba su goleta Zaca en San Antonio de Portmany y la isla pitiusa era un mundo aparte donde no reinaba ese fresco general procedente de Galicia (como genialmente publicó La Codorniz en un parte meteorológico). Cierto es que en Palma de Mallorca muchas damas se casaban para poder ir a bailar a Tito´s y que en Menorca las locuras se sucedían entre pomada y tramontana, pero es en Ibiza donde la transgresión se hizo más natural y sus ecos todavía resuenan. La salvaje Formentera, desde que dejó de ser una de las más importantes islas de piratas del Mediterráneo, siempre apostó por un lado más zen y levítico, perfumada por hierbas prohibidas. Where have all the flowers gone? Siguen en Formentera, pero fuera de temporada, cuando uno puede nadar solitario en Migjorn.

Pero para ser transgresor hay que ser individualista, tener estilo y una marcada personalidad. Si no, se cae en una espantosa vulgaridad postiza, que es lo que rodea hoy al mundo de la música electrónica y los turoperadores. La decadencia orgiástica viene dada por el listón del más bajo denominador común que la dictadura socialista ha impuesto en Europa tras la II Guerra Mundial. Entre Visconti y Almodóvar, me quedo con Visconti. Pero se alegará que eso es una simple cuestión de gustos, sobre la que casi todo está escrito.