lunes, 3 de marzo de 2014


 
GROSERIA NACIONALISTA


Posiblemente uno de los aspectos más desagradables de los nacionalistas sea la grosería. La cortesía—nacida en el Mediterráneo, con permiso de los chinos, con la adopción de la bella figura, el amor que entra por los ojos de los trovadores y la esprezzatura de Castiglione—es algo fundamental, junto con el sentido común, para desenvolverse en la vida.

El episodio del memo catalanista negando el saludo al príncipe de Asturias, mientras el Mas hortera todavía y el paleto de Trias se regocijaban, es solo una anécdota mas de lo bajo que pueden caer los que pregonan el regreso a las tribus mientras manden.

También encuentro grosero el empecinamiento del Consell en catalogar como obra artística el espantoso edificio de Gesa que machaca el Paseo Marítimo palmesano. ¿Es que están locos o tan solo piensan en la pela que salvarán de las posibles indemnizaciones a Núñez? Ese edificio es una vergüenza, una muestra del abominable utilitarismo de algunos arquitectos que desprecian las sagradas proporciones y nada saben del apetito de belleza. Que lo demuelan de una vez y harán un gran favor a la estética de Palma de Mallorca.

¿Y qué decir de los colegios que condenan a la lengua española a ser únicamente permitida en las clases de plástica y gimnasia? Pues que además de groseros están chiflados por negar una educación real a sus alumnos. Demuestran que lo que les escuece del TIL es la posibilidad de dar algunas clases en español. El ibicenco, mallorquín y menorquín son considerados como dialectos a desaparecer en loor del catalán. A Bauzá no le falta razón al decir que monten un partido político. Que se junten al franquiciado socialista (¡qué tristeza de partido expañol!), comunistas y nacionalistas y ganen unas elecciones, si pueden, como un nuevo Frente Popular.

Hay una grosería que quiere sacar la cabeza por donde puede. Si vence su progresismo decadente, la civilización occidental desaparece. Es como lo que decía Salvador Dalí de los nazis: Si estos ganan, a los primeros a los que liquidan es a los tipos como yo.

Es todo tan ridículo que a veces dan ganas de tirar la toalla. El problema es que los fanáticos de la grosería jamás descansan. Aplican su rodillo continuo contra alumnos, sociedad, democracia. Son como talibanes destrozando los Budas en su pasión destructiva gritando viva la estupidez.

Pero esta minoría no puede dictar su pesadilla a la mayoría baleárica. Sería un retroceso monstruoso. Necesitamos más cortesía y sentido común.

 

 

 

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