martes, 16 de septiembre de 2014

COINTREAU PARA CASANOVA


Winston Churchill confesó con euforia a su médico que sustituir el coñac por una botella de Cointreau tras el almuerzo, disminuía sus dolores de gota y además le ayudaba a dormir la siesta. (Por cierto que la siesta fue una sana costumbre que el guerrero británico adquirió en Cuba, cuando cubría la guerra entre España y Estados Unidos como periodista.)
Aparte de que es fundamental en la preparación de las margaritas, yo siempre tengo una botella de Cointreau en mi bar por si acaso hay alguna visita melosa. Aunque una vez una coqueta rumana, pariente del decadente hospodar Mony Vibescu, prefirió beberse la colonia Álvarez Gómez que guardo en la nevera (es un gustazo echársela fresquita), lo que la valió una resaca de nueve grados en la escala Richter.

El Cointreau da sueños dulces y algo disparatados, pero también desvelos iluminadores. A mí me dio por pensar que los manifestantes de la Diada confundían a Rafael Casanova con Giacomo Casanova. ¿Cómo si no van a hacer héroe de su independencia a un patriota que luchaba por la unidad católica de España en la Guerra de Sucesión? Giacomo, por otra parte, se consideraba muy veneciano (aunque su abuelo era de Zaragoza) pero también ciudadano del mundo, tal y como escribió en sus  voluptuosas memorias.

La paja mental de los independentistas catalanes está regada con alcohol del malo, puro garrafón de tabernero gañan. Por eso salen con tanto odio y pelmazas consignas. A Pla le gustaba un buen whisky y, como Tarradellas, detestaba a Pujol. Ya intuía la corrupción mafiosa que iba a empobrecer Cataluña y provocar una peligrosa fractura social. Naturalmente la banda del enano quiere la independencia para seguir robando impunemente. ¡Pobres catalanes! Divide y vencerás, piensan desde la masía al tiempo que lanzan sus tentáculos a los docentes sin vocación de Baleares, los mismos que, junto a algunos políticos cainitas, prohíben que se pueda estudiar en español en España.
Porque en las islas tenemos una guerra al TIL, que defiende que los alumnos puedan estudiar en español, inglés y lenguas baleáricas. El español que hablan 550 millones de personas en el mundo es también la segunda lengua de Estados Unidos. Merece la pena aprenderlo bien, porque abre muchas puertas. Si además estas islas viven sobretodo del turismo, sería propio de mentecatos pretender condenar a los escolares a parlar solo el catalán, tal y como hizo el PP con la anormalización lingüística que hoy Bauzá quiere arreglar.

 

 

sábado, 13 de septiembre de 2014

CONTRA LA RESACA

 
Un amigo me llama desde la Selva Negra  para descubrirme un nuevo cocktail. Hay que ir a una de esas tiendas ecológicas y comprar un zumo de remolacha que mezclamos en coctelera a partes iguales con vodka y zumo de limón. Se decora con una cuerdecita colgando del vaso para que tenga aspecto guarrindongo.

Pese a que parezca un tampax, el resultado es magnífico para combatir la traicionera resaca y hacer un corte de mangas a los filisteos  enemigos del placer y defensores de los valores espartanos. Estoy de acuerdo con Erich Fromm que quizá no exista fenómeno con mayor carga destructiva que la “indignación moral”, que permite actuar a la envidia y al odio disfrazados de virtud.

Vivimos en una época donde se habla despectivamente del hedonismo, como si el amor al placer imperase  en esta época profiláctica. Prohíben fumar, sirven garrafón en vez del sano alcohol, inventan epidemias en laboratorios, solo defienden el pleno empleo para poder pagar hipotecas y que los usureros—shylock que no saben gastar ni mucho menos vivir—impongan sus dogmas.

Los espartanos eran unos coñazos. Eran mucho mejor los habitantes de Sibaris, quienes enseñaban a sus caballos a bailar.

Pero hoy nos tratan de intoxicar con Esparta, quienes tanto presumían de guerreros y de ascetas pero que luego vendieron vergonzantemente Grecia a los persas, logrando asombrar a los corruptos atenienses.

Sí, no hay duda que la Guerra del Peloponeso también es buena en esta mañana de resaca. Y también leer una interesante carta de la novelista George Sand a Flaubert: “Los realistas han hecho una elección que traiciona la realidad, dado que obedecen a una convención arbitraria que les conmina a representar solo la cara oscura del mundo. Los nihilistas traicionan no el Bien, sino lo Verdadero”. Es el inocente placer de vivir por vivir, el sagrado gozo de la propia espontaneidad, lo que quieren asesinar estos nuevos cuervos de lo políticamente correcto que odian el vistoso color de los papagayos.

Por eso a mí me gusta mucho más la romántica princesa Salambó que la boba burguesa Emma Bovary.

Seguimos en plena guerra y el Peloponeso está en llamas. A un lado los bélicos predicadores ascetas, al otro los pacíficos practicantes hedonistas. Que cada uno tome el partido acorde a su naturaleza. Yo marcho solo con mis leones y la certeza de saber quien soy, mientras bebo esta mezcla guarrindonga que aclara mis deseos y enturbia mis obligaciones, y sé que estoy con los que prefieren el amor a la guerra. 

 

 

 

lunes, 8 de septiembre de 2014

INFLACIÓN SEXUAL


El próximo boom económico europeo lo protagonizará la poderosa tarántula germánica (así se refería Bismarck a sus paisanos). En su parlamento debaten que las prostitutas declaren impuestos y hasta pretenden establecer una tarifa mínima por faena, pretensión que secundan las daifas más veteranas, que andan escandalizas por cómo bajan los precios ante la masiva llegada de las chicas de más allá del Elba.
 Alemania cuenta tres mil burdeles absolutamente legales y estima seiscientas mil trabajadoras del sexo (muchas registradas, sindicadas con carné que pasan controles médicos obligatorios). Eso son más cotizantes que Siemens y Volkswagen juntos, y los pragmáticos teutones no lo van a dejar escapar. Además siempre debaten este tipo de cosas en verano, para demostrar a sus socios mediterráneos que son tan abiertos de mente como de piernas. Sirva de ejemplo que el verano pasado el debate fue el poder asistir al Bundestag acompañado de sus mascotas.
Francia declaró la guerra a Madame Claude—¡cuántas damas de la sociedad internacional temen su nombre mientras deberían estar agradecidas a tan gran celestina!— y ahora los galos peregrinan a los burdeles de La Junquera como antes los españoles iban al cine en Perpignan.

En España la cosa está que arde. Posiblemente sea Valencia la zona con más lupanares por metro cuadrado del planeta mientras que el circuito ibicenco de Lío-Cipriani-Pachá recuerda al malecón habanero, pero con stilettos en vez de chanclas. Hace años hubo en las Pitiusas una madame formidable—hoy casada con un industrial holandés—pero actualmente echar una cana al aire es bastante parecido a un safari.
Famoso fue el burdel de la señora Rius, en Barcelona. Por allí pasaron desde un cachondo Nobel como era Camilo José Cela (cuando se presentó como académico de la lengua, una hetaira le respondió: ¡Anda ya, marrano!), hasta el genio de Salvador Dalí, que  marchaba acompañado de una corte de hermosas modelos y ambiguos efebos. Dalí también ordenaba todas las chicas del burdel, que le hacían corro como si fuera un sacerdote pagano, y luego mandaba traer un pato al cual sodomizaba mientras cortaba su cuello.

Existe una asociación de prostitutas españolas que exige su regularización, pagar impuestos y cobrar la pensión del estado de bienestar actualmente en crisis. Alegan además que sería un duro golpe contra la trata de blancas. El insaciable ministro Montoro debe andar estudiando el caso, que puede sanear las arcas públicas como un polvo rápido. De momento ya incluye su cálculo en el PIB.