La civilizada Austria no conoce la crisis y permite fumar en sus bares, cafés y restoráns. Lo cual me hace filosofar, sentado en una mesa del Tomaselli, que existe una relación indudable entre la prohibición y los ciclos económicos.
Irlanda (¡el tigre celta!), Italia y Grecia fueron los primeros países en no permitir fumar en sus pubs, trattorías y tabernas. Los resultados han sido catastróficos. En Francia han perdido la dulzura de vivir y los galos llevan el ceño perennemente fruncido. Los anta-ño agradables pubs ingleses (sus nativos son probablemente los europeos más alérgicos al agua) son imposibles debido al olor a sudor que impregna sus maderas. Los alemanes se están socializando a marchas forzadas y tampoco dejan fumar (aunque este cronista encendiera un puro en las mismas narices de frau Merkel, en Bayreuth, durante el entreacto de Lohengrin).
Y en España nos despeñamos en la crisis más feroz el día que Zoteparo dictó que no podíamos fumar, pasándose los habitáculos de fumadores, las reformas, la libertad individual y la propiedad privada por el forro. El ambiguo Rajoy dijo que modificaría tan decreto, pero a estas alturas ya sabemos que es uno de los mayores mentirosos del reino. La magnífica Defensora del Pueblo de entonces, María Luisa Cava de Llano, opinó que era algo dictatorial que atentaba contra derecho. Pero así seguimos, y, a no ser que vayamos a jugar a Eurovegas, no podremos encender un tabaco.
¿Qué vendrá ahora? La sociedad se ha vuelto demasiado cabestra. Ponen bromuro en agua para domar la voluntad del pueblo. ¿Prohibirán también el alcohol y deberemos pasear hipócritamente con un long island ice tea? Si esta crisis demuestra algo es que los políticos no sirven pa ná que no sea servirse (ya Groucho decía que un político era alguien que buscaba problemas, los encuentra, emite un diagnóstico falso y aplica la solución equivocada), que la Banca-que siempre gana- es una organización criminal, que los nacionalistas son todavía más tontos de lo que pensábamos…, y que el mundo está como una cabra. Nada nuevo bajo el sol, o sea.
Pero en Salzburgo, desde el café Tomaselli la realidad se torna mágica y muy agradable. Hay una cierta ligereza en el aire que recuerda a las notas de Mozart, quien tenía su casa aquí al lado, hoy visitada en masa por histéricos turistas asiáticos peinados a lo Lang Lang. Las austriacas, gélidas solo en apariencia, son mucho más interesantes pues son frívolas y altivas a la par que amorosas. Son las chinas de Europa.
Jorge, un saludo desde el trópico donde las mujeres no son gélidas ni en apariencia sino cálidas como el trópico y se fuma pero no habanos como en Cuba sino ese néctar verde que te abre las puertas de la percepción.
ResponderEliminarquerido Jorge mientras no te prohiban a ti! donde mejor se está es en casa de uno , vamos en la mía y en la tuya que todo vale. La ley seca? en casa la húmeda... Te sigue de cerca y quiere, Clorata
ResponderEliminarYo no soy fumadora querido Jorge, pero si una gran lectora y me gusta mucho leerte! tus textos magníficos, inteligentes y a contra corriente. ¡Viva la contracorriente!!!!
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