¡PIRATAS A LA VISTA!
Pirata viene de peireo, que viene a ser
algo así como el emprendedor que busca la fortuna de las aventuras. El pirata
de hoy arroja por la borda cualquier pose romántica y se mete directamente a
político, como está pasando en toda Europa con unos partidos llamados
directamente Piratas o Vikingos, que ya han conseguido representación y
considerables fondos sin programa alguno.
Mientras esta sorprendente opción se acerca a
España, de momento tenemos a Mario Conde (imaginadlo por una vez sin gomina o
engañosa corbata, en la cubierta del Alejandra con un parche en el ojo, pata de
palo y una botella de ron) volviendo a poner histéricos a los políticos
profesionales que jamás han dado un palo al agua más allá de la cosa pública.
Lo cierto es que los partidos se lo
tienen merecido ya que llevan décadas actuando como mafias, ayudándose entre sí
para saquear el chiringuito público. Se llenan la boca con la palabra democracia
y luego actúan con una jerarquía que deja a la Iglesia al nivel de una peña
anarquista. Quién se mueve no sale en la foto, como sentenció esa criatura de
novela picaresca llamada Alfonso Guerra.
En España, donde nadie cumple sus
promesas electorales y eso del programa es una entelequia solo apta para
secretarios aduladores, estoy convencido de que muy pronto irrumpirán los
piratas en el Congreso. ¿Alguien se atreverá a mostrar alguna diferencia entre
ellos y los profesionales que llevan toda la vida dedicados a mamar de la teta
pública? La única que encontraremos será que los piratas no son hipócritas,
aunque ejerzan un supremo cinismo.
La casta política predica como Cristo
viviendo como Dios. Son lo más alejado que hay del pueblo (no confundir con
proletarios o ciudadanos progres) y encima pretenden hacer indispensable su nepotismo, quintuplicando
las mismas funciones a lo largo del territorio, inventando nuevas leyes que
limitan la sociedad privada, agigantando el aparato del Estado en una nueva vuelta
de tuerca a la pesadilla socialista.
España recibió fondos de miles de
millones que han sido espantosamente administrados sin responsabilidad
alguna. Personalmente creo que hasta los
piratas conocerían más piedad en sus saqueos. Con su sentido práctico y
estético no comprarían esas abominables esculturas que decoran las rotondas; no
construirían aeropuertos absurdos; no darían subvenciones esperpénticas; no
terminarían a las órdenes de Slim o Murdoch; y, desde luego, jamás se
atreverían a decir algo tan obsceno como que el dinero público no es de nadie.
Yo voy definitivamente para pirata.
ResponderEliminar