viernes, 15 de noviembre de 2013

INVITACION TERCERMUNDISTA

A menudo es algo magnífico pasar el tiempo con personajes de diferente pelaje y ralea, discutiendo sobre filosofía, arte, política, negocios y sexo.
Recientemente tuve el placer de sentarme a una mesa cosmopolita –como es normal en Ibiza— donde se contaban las bromas habituales, con las risas de unos y el sonrojo de otras, llegando al final a las mismas conclusiones.

Destacaba un comensal especialmente lúcido y bastante más moreno que yo tras el largo y tórrido verano, que fumaba un puro gigantesco mientras bebía vodka-martini. Tras escuchar pacientemente las críticas que hacíamos sobre el horroroso campamento de Bruselas, por fin dijo: “Lo siento mucho por los que tenéis que vivir en el Primer Mundo. Con todas las restricciones a la libertad individual, la UE se va pareciendo a un campo de concentración no apto para gente inteligente. ¡Estáis tirando vuestra civilización por el retrete centralista-socialista! Nosotros, en el Tercer Mundo, también somos respetuosos de la Ley, pero no aceptamos ser mandados por funcionarios sin educación que pretenden dictar qué tipo de papel higiénico hay que usar los domingos o prohibir los porrones de aceite. También tenemos leyes contra el tabaco, pero por una razón más allá de la salud pública: Sólo se imponen en lugares donde la policía está malpagada y así, gracias a la multa que funciona a modo de soborno temporal, tienen una oportunidad de aumentar su salario, y todos están contentos”.

Después, nuestro amigo tercermundista nos invitó a su casa siempre soleada, viajando a bordo de su avión personal. Con una condición: en su avión sólo se tolera a fumadores.

La mayoría hemos aceptado su amable invitación. Al fin podremos comer las frutas que no pueden entrar en Europa por las restricciones uniformes del campamento UE. Nuestro anfitrión alegaba que, tras observar las parejas—sean del mismo o diferente sexo—de los funcionarios durmientes de Bruselas, no tiene sentido que prohíban entrar las rectas bananas.
Como ha sido publicado, de acuerdo con los datos de los proveedores, nuestros no elegidos democráticamente representantes de Bruselas tampoco son capaces siquiera de hacer beneficio en sus comedores gubernamentales: Este año los restaurantes de los burrócratas europeos, pagados con nuestros impuestos, han sufrido “sólo” una pérdida de cuatro millones de euros.

Si consideramos que la corte europea de auditores ha reportado que el 4´8 % del presupuesto europeo (138´6 billones) se malgastado en 2012. ¿Qué errores nos deparará el futuro? ¿Podemos confiar en una gente que ni siquiera saber cómo llevar la cocina? 

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