CAMBALACHE
Gobierno imperceptible, pueblo feliz; gobierno solícito, pueblo desgraciado. No hay que
ser chino para estar de acuerdo con Lao-Tsé. El totalitarismo que tan
dramáticos ensayos tuvo el siglo XX lo reemprende el Estado moderno de la
dictadura burrocrática de Bruselas, esa peligrosa entelequia con la que Bacon
aseguraba que un hombre libre no debería colaborar jamás.
Tras una transición modélica la sociedad
española ha hecho un corte de mangas a la secta política. Hoy en día político
es casi sinónimo de insulto. Se lo han ganado a pulso. En esta crisis económica orquestada por
banqueros usureros, sindicalistas mafiosos y ministros incapaces nos suben los
impuestos y continúan prohibiendo que el parado pueda fumarse un cigarrillo en
el bar donde se refugia.
He ahí la promesa incumplida que más duele del
ambiguo Rajoy. Ni siquiera aquel “Reina un fresco general procedente de
Galicia” que publicó La Codorniz, en cuarenta años se atrevió a tanto. “Contra
Franco vivíamos mejor”, sentenció el comunista gourmand Vázquez Montalbán.
Por cierto que al respecto tabaquero el actor
ilustrado (haberlos haylos) Jeremy Irons puso en su sitio a un periodista de
BBC. ¿Qué daño existe en encender un tabaco en Central Park o en nuestro bar
favorito? ¿Por qué no se respeta la propiedad privada, garante de nuestra
civilización? Este nuevo barbarismo inquisitorial amenaza con una barata
decadencia.
Ya
estamos volviendo, para espanto de Bruselas, a la bendita economía sumergida,
al cambalache y el trueque, al garito ilegal donde podremos fumar y beber y
burlar al implacable legislador que todo lo grava para seguir circulando en
coche oficial y viajar por el planeta sin adquirir mundo. El burrócrata es como Atila: Donde pisa no
vuelve a crecer hierba. Y ahora quiere meter la zarpa en todo aquello que se ha
podido salvar de la crisis económica.
La
resistencia se organiza frente a los marcianos que nos dictan su mundo de
pacotilla. Se han cargado la separación de poderes al brutal grito de ¡Montesquieu
ha muerto!; castrado el sistema educativo con planes delirantes que modelan
cerebros roedores y perezosos de eunuco; fomentado una incultura big brother de
charanga y pandereta con su pesebre de folclóricas regionalistas y villanos
presidents que emplean la lengua como si fuera una cimitarra degolladora de
infieles…
Estamos
en una situación peligrosa que recuerda al parte de guerra alemán: “¡Resistid! La
situación es seria pero no desesperada”. Los austriacos respondieron con su
coña habitual: “Resistiremos, sí, pero se equivocan: La situación es
desesperada, pero nada seria”.
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