martes, 30 de julio de 2013


EL PRIMER BOCADO


Un estudio de una puritana universidad americana afirma que la primera comida de las lagartijas determinará su dieta y conducta por el resto de su vida. Tiene sentido. Personalmente probé antes un champagne que la leche materna (madre no hay más que una y me ha tocado a mí) y ciertamente tal costumbre familiar nos distingue de la gran masa de mamíferos amigos.
 En el caso reptil, si el bebé lagartija muerde el dedo gordo del pie de una ragazza dorándose en las dunas de Migjorn, estará irremisiblemente perdido. El sabor es tan gozoso que creará una adicción capaz de durar toda la vida, aunque nada existe más voluble sobre la faz de la tierra que el capricho de las italianas... 
Pero lo de la primera comida da que pensar. ¿Por qué hay niños tan gordos en nuestra opulenta sociedad? En España presumimos de una cocina excelente y eso puede ser cierto en la mayoría de las casas (si las comparamos con las anglocabronas) y muchos restaurantes, pero fracasamos estrepitosamente en colegios y hospitales, donde el rancho suele ser abominable.
Existe una salvaje guerra al tabaco que recuerda a la histérica Ley Seca, cuando las damas paseaban en las fiestas abstemias alrededor de la piscina con un long island ice tea (vodka, gin, ron blanco, tequila, cointreau y un poquito de cocacola para darle un color a té). Pero todavía no se ha presentado una batalla adecuada a algo mucho más necesario como es la alimentación. Hay terribles sospechas sobre multinacionales como Monsanto, que manipulan los genes de la comida y fabrican sus propios bancos de semillas (y pesticidas) que harán que los labradores dependan de ellos eternamente. Es el control de la alimentación mundial y una forma de aniquilar la sostenibilidad agraria.
 La carne de vacuno hormonada es otra aberración sobre la que se asientan la proteínas de la mitad de la población mundial (la otra mitad no ha visto un filete en su vida: en el zoo de La Habana, tras la caída del Muro de Berlín, rugía el único león vegetariano del mundo). Pero el debate sobre estas salvajadas no ocupa gran espacio en los medios. Prefieren cargar contra el holy smoke, el humo sagrado del tabaco que nos acompaña e inspira desde el Nuevo Mundo. Pero en vez de luchar contra las multinacionales que añaden aditivos a los cigarrillos, van contra todos y no distinguen el puro de la paja.

 

lunes, 22 de julio de 2013


FUMANDO ESPERO


En estos tiempos convulsos y dominados por la dictadura de los políticos cursis, capullos y mangantes, uno cada vez se torna más monárquico y anarquista, lo cual no es una contradicción salvo para los mansos y pobres de espíritu.
En Baleares—como el resto del ruedo ibérico, toma ya diversidad española—vamos borrachos de corrupción, agitándonos como la coctelera del legendario barman Harry Craddock, quien a la pregunta de cómo debía beberse un cocktail, respondió: “Rápidamente, mientras se ríe ante ti”.
Hoy en día la gente lo pregunta absolutamente todo y los libros que más se venden son manuales que llegan a explicar cómo ordeñar a una hormiga con guantes de boxeo. La sociedad anda perdida pero al menos ya no confía en la clase política, a la que considera como un problema en lugar de una solución. ¡Y además tan mediocre! Meten los millones en botes de colacao, viajan por medio mundo pero jamás serán mundanos, graban los sms igual que la Lewinsky las pruebas de su mamada, cantan como los castrati antes de las elecciones y luego rompen sus promesas cual pérfidos barítonos...
Las juventudes socialistas piden una república (¿gustarían del siniestro Narcís Serra como presi?); las juventudes populares creen que la culpa es de la prensa por publicar tanto escándalo. Los miembros de tales juventudes a veces cuentan cuarenta años y jamás encontraron el divino tesoro del cerdo triste del divino Rubén. Anhelan mamar de la teta pública y una vida de sátrapa como sus ídolos de partido. La política es hoy la carrera donde la gente más vulgar puede encumbrarse más seguramente. Siempre se crean nuevos puestos y, si chapurrean otro idioma y hacen la rosca pertinente, lograrán acabar sus días en Bruselas, un lugar que, si explota una bomba y desaparece, nadie salvo los burrócratas y algunos refinados gourmets echaría de menos.
Mientras tanto un estudio afirma que las aguas baleáricas se cuentan entre las más privilegiadas del planeta. Eso ya lo sabíamos, aún sin viajar tanto como la secta hace con el dinero público "que no es de nadie". (Personalmente guardo más respeto por el dinero púbico, pues las hetairas jamás engañan, aunque a veces las putas hacen putadas, como la cruel y sensual Nefer, que se quedó con la pasta que Sinuhé reservaba para sepultar a sus padres...)
 Pero las aguas baleáricas están en peligro mortal por unas prospecciones petrolíferas a treinta millas de Ibiza. Si siguen adelante, en unos años seremos como Marbella y solo podremos nadar en las piscinas. Para entonces los eco a conveniencia permitirán todos los campos de golf.

 

 

 

miércoles, 17 de julio de 2013


SWINGING NAUTICO

 

El dandy decadente de la brillante acera de enfrente, Oscar Wilde, ya decía que las cadenas del matrimonio son tan pesadas que se necesitan más de dos personas para poder soportarlas. Tal vez por eso el swinging o intercambio de parejas está muy de moda, también en las anárquicas Pitiusas. Nada que objetar, naturalmente, aunque uno siempre prefiere la aventura de un safari nocturno, el encuentro furtivo en una cala o incluso el ligue proteínico en la cola del mercado. Pero vivimos una época de proliferación de sectas que se hacen llamar clubes. La gente tiene miedo a sentirse sola y ese gozo divino que es la sagrada espontaneidad ha sido desbancado por la planificación absoluta, llegando al punto de saber dónde y cuándo la recíproca cornamenta con la parienta se hará efectiva.

Ayer mismo, fondeado al pie de Sa Foradada, cerca de cala Salada, un barco fletado únicamente para el swinging se dejaba ver a pocos metros de la costa. El espectáculo hubiera hecho las delicias de Calígula, pues la orgía en cubierta era desenfrenada. Varias casas sacaron sus telescopios e incluso un vecino fue más allá del triste voyeurismo y se dedicó a grabar la cópula de unas veinte parejas que cambiaban según fuerzas y voluntad.
Pero lo verdaderamente grosero es que la panda de exhibicionistas se agitaba al ritmo abominable de un bakalao electrónico a un volumen ensordecedor. Destrozaban la armonía de la tarde y cualquier delicia erótica con esa música solo apta para nanotecnólogos o zombis de pastillita (también follaban como robots, se notaba que no conocían la cadencia del bolero, el sabor del calypso, la dulzura de la samba, el galope del mambo…)
El estado del ánimo es un ritmo, y la sociedad se está embruteciendo vertiginosamente, olvidando la cortesía e ignorando el sentido común. Occidente ha logrado la mayor opulencia general de la historia, pero la parte animalesca del hombre tira al monte. ¿Por qué si no la cultura es hoy la última mona? ¿Y el paleto sacrilegio de muchos festivales, vivos gracias a subvenciones públicas, pero que machacan las obras de Wagner y Verdi con puestas en escena grotescas? 

Pero la orgía más repelente es la de la secta política. Vuelven a subir la electricidad (ya hay pocas orgías a la luz de las velas) y todos los impuestos para—se excusan—evitar la quiebra a la que su incapacidad ha conducido directamente. Está claro que los políticos no dan la talla.

miércoles, 10 de julio de 2013


TAMPVODKA


La nueva moda del verano entre las hordas británicas se llama tampvodka. Aunque parezca increíble, consiste en mojar un tampax con vodka y luego utilizarlo como mejor convenga. El resultado suele ser una cogorza instantánea y un lavado de bajos de lo más efectivo.

He encontrado diferentes reacciones al tampvodka entre mis amigos ingleses:

1-How disgusting!

2-I don´t believe it.

3-What a waste of vodka!

4-At least the cunt  (in cockney: see you next Tuesday!) is clean.

5-We´ll make a Pussy Flambeé of it.

El tampvodka puede ser un antídoto contra el garrafón que sirven en demasiados garitos. Los síntomas del alcohol adulterado coinciden con los de la malaria y duran varios días. Dolor espantoso de cabeza, sequedad bucal, mareo…y cuando quieres leer la prensa te parece que está escrita en japonés.

Cuando vamos a la fiesta en una casa de amigos y bebemos el triple de lo acostumbrado nos levantamos divinamente. O si acaso desayunamos un Bloody Mary que limpiará las telarañas alcohólicas. En cambio si haces una ruta de bares, aunque pagues a precio de oro las copas, se corre serio peligro de que las tres mañanas siguientes sean abominables.

 ¿Por qué tanta codicia? Ya hace miles de años el código de Hamurabi prescribía que al tabernero que adulteraba el vino se le ahogaría en su propio tonel. Algo parecido habría que hacer con tanto gañán codicioso que se aprovecha de la boca caliente del bebedor.

Alcohol es una palabra de origen árabe que hace referencia al espíritu sanador. El problema es cuando se adultera, porque sienta como un matarratas. Lo mismo pasa con la sagrada hoja de los Andes. ¿Qué tiene que ver la cocaína con las rayas que  ofrece un camello sin misericordia? Pero hoy el principal peligro son las pastillitas psicodélicas, imprescindibles para no morir de aburrimiento con la espantosa música electrónica. A no ser que se tenga un laboratorio particular, no son nada recomendables.

Hay especialistas que defienden que todas las drogas deberían ser legales para los mayores de 65 años, como un bonus de retiro para irse a criar malvas con una sonrisa placentera, acabando con el agrio debate de la eutanasia. Pero podrían ser legales mucho antes, con información y sensibilidad y, al menos, uno sabría qué se está metiendo en el cuerpo. Sin duda seguiría habiendo gañanes adulterándolo todo para el mercado negro, pero siempre habría la posibilidad de correrse una buena juerga en casa. Si hubiera tantos controladores de las bebidas en los bares como chivatos antitabaco, entonces sí que lograríamos una sociedad sana.

Pero esto del tampvodka no me convence. Una morena de Manchester me lo ofreció ayer en San Antonio de Portmany, creyéndose una bíblica Eva.

Escogí el paraíso.