EXPERIMENTO FORMENTERA
Con la rocambolesca rotura de un cable submarino y la
consecuente ausencia de internet y cajeros, Formentera ha vuelto al cambalache. Los de toda la vida,
firman; y los modernos turistas tarjeta platino que
despreciaban el cash, tienen que entregar en prenda un reloj si quieren comer.
Hasta hubo un presumido milanés que quiso cambiar un traje de baño Gucci por
una langosta, pero le dijeron que nanay, que era made in China.
La explicación de un gran velero destrozando el cable con su
ancla es bastante peregrina, pero es la excusa oficial. Nadie está seguro de qué barco es ni por qué
demonios fondeaba a una milla de la costa. Y además ya ha pasado dos veces durante este verano (uno de bandera holandesa, otro italiano). Por eso crecen las teorías
conspirativas de que lo que están haciendo en Formentera es simplemente una
prueba de control de masas, o sea, ver cómo reacciona la gente cuando alguien
aprieta un botoncito y deja un área determinada sin los adelantos tecnológicos
a los que la sociedad se ha hecho adictiva en los últimos veinte años.
Tales pruebas de control pasan a menudo en Africa, donde hasta
el más humilde miembro de la tribu más perdida cuenta ya con teléfono móvil.
Entonces las autoridades dicen que ha sido un elefante mosqueado de gigantescos
colmillos, o las termitas, o cualquier otra exótica excusa para calmar a una
población que debe volver al tam-tam para comunicarse.
Pero lo de Formentera es magnífico. Una isla conocida
internacionalmente, en plena temporada turística, llevada por la histeria. Algunos
comerciantes se quejan de que han vuelto a la prehistoria, pero se equivocan:
sólo han retrocedido una década. Además, los nativos isleños están
acostumbrados a estar aislados, pues todos los inviernos la naturaleza les
fuerza a estar unas semanas sin poder salir de la isla.
El control es la clave. Hoy en día puede dejarse en un momento
a cualquier área de cualquier punto planetario sin red. Lo hicieron con Gadafi,
pero como seguía defendiéndose tuvieron que bombardearle. Pero en el mundo
occidental las consecuencias son imprevisibles, y por eso se hacen experimentos
como el de Formentera, un lugar ideal para quedarse sin cobertura, sin acceso a
Facebook o Twitter, dedicarse al dolce far niente, esmerarse en la conversación
en una mesa sin los abominables sms de rigor, bañarse en la mar y trabar mejor contacto
con los indígenas, que si bien son fieros, también son tolerantes: No en vano la
isla fue durante siglos La Tortuga mediterránea, base de los más fieros piratas
berberiscos. Ideal para un experimento.
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