EL
HIGO O LA FIGA
A
mí me gusta desayunarlos junto a un palo con ginebra. Escribió Josep Pla que
los higos tienen robado el corazón de los ibicencos. Pero eso era a los de hace
sesenta años, cuando todavía existía una gigantesca higuera en Espalmador. Los
políticos de hoy han cambiado mucho (dudo incluso que esa raza pseudourbana y
corrompida tenga corazón) y olvidan que ya Plinio dictaminó hace dos milenios
que los mejores y más dulces higos del mundo crecen en Ibiza.
Lo digo porque al campo se le prestan pocas
ayudas y son pocos los que siguen el oficio. Los monstruosos incendios
recientes muestran el poco caso que se hace a cazadores y payeses que todavía
no se ha vendido íntegramente al turismo. No escuchan sus recomendaciones
acerca de un terreno que conocen mejor que nadie e incluso les impiden limpiar
los bosques. Los cainitas políticos, con su imaginación asfaltada, dictan
planes de protección sobre papel que luego, en la vida real, no sirven para
nada. Permiten atroces urbanizaciones, pero si a un payés se le ocurre ampliar
una habitación de su casa, directamente le arruinan y tiene que vender,
acabando en un triste apartamento colmena que ha pagado comisión al sátrapa de
turno.
Pero en las Pitiusas siempre ha habido
grandísimas higueras extendidas sobre estelons, a cuya sombra es peligrosamente agradable
dormir la siesta y soñar con apetitosas payesas. Junto al olivo y la viña, es
el sustento de la civilización. Para los Vedas su fruto es la flor de la mujer
y estimula el placer sensual. Los antiguos sabían que conocimiento y sexo van
juntos, y así nace el tantrismo, que es una estupenda manera alcanzar la
iluminación mística a través del placer carnal. La orgía es otra forma de
sabiduría y algunos peregrinan al burdel como el asceta al monasterio.
La
higuera es un árbol sagrado del Edén, y sus hojas fueron el primer taparrabos
de la Historia ,
cuando Adán y Eva tomaron consciencia de su desnudez. Luego les echaron del
paraíso, pero tal expulsión es relativa pues, como sabía Mark Twain, para Adán
el paraíso siempre está donde se encuentre Eva.
Mahoma
decía que si pudiera traer un fruto de ese jardín añorado sería el higo. Las
mujeres africanas saben de su poder para remediar la esterilidad y favorecer la
lactancia.
En
Ibiza, donde la simbiosis humana con la tierra sigue siendo muy fuerte, es
especialmente bueno probar los higos y después seguir los instintos del cuerpo.
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