martes, 14 de mayo de 2013


CAMBALACHE

L`homme sans hypothése
 
Gobierno imperceptible, pueblo feliz; gobierno solícito, pueblo desgraciado. No hay que ser chino para estar de acuerdo con Lao-Tsé. El totalitarismo que tan dramáticos ensayos tuvo el siglo XX lo reemprende el Estado moderno de la dictadura burrocrática de Bruselas, esa peligrosa entelequia con la que Bacon aseguraba que un hombre libre no debería colaborar jamás.

 Tras una transición modélica la sociedad española ha hecho un corte de mangas a la secta política. Hoy en día político es casi sinónimo de insulto. Se lo han ganado a pulso.  En esta crisis económica orquestada por banqueros usureros, sindicalistas mafiosos y ministros incapaces nos suben los impuestos y continúan prohibiendo que el parado pueda fumarse un cigarrillo en el bar donde se refugia.

 He ahí la promesa incumplida que más duele del ambiguo Rajoy. Ni siquiera aquel “Reina un fresco general procedente de Galicia” que publicó La Codorniz, en cuarenta años se atrevió a tanto. “Contra Franco vivíamos mejor”, sentenció el comunista gourmand Vázquez Montalbán.

 Por cierto que al respecto tabaquero el actor ilustrado (haberlos haylos) Jeremy Irons puso en su sitio a un periodista de BBC. ¿Qué daño existe en encender un tabaco en Central Park o en nuestro bar favorito? ¿Por qué no se respeta la propiedad privada, garante de nuestra civilización? Este nuevo barbarismo inquisitorial amenaza con una barata decadencia.

Ya estamos volviendo, para espanto de Bruselas, a la bendita economía sumergida, al cambalache y el trueque, al garito ilegal donde podremos fumar y beber y burlar al implacable legislador que todo lo grava para seguir circulando en coche oficial y viajar por el planeta sin adquirir mundo. El burrócrata es como Atila: Donde pisa no vuelve a crecer hierba. Y ahora quiere meter la zarpa en todo aquello que se ha podido salvar de la crisis económica.

La resistencia se organiza frente a los marcianos que nos dictan su mundo de pacotilla. Se han cargado la separación de poderes al brutal grito de ¡Montesquieu ha muerto!; castrado el sistema educativo con planes delirantes que modelan cerebros roedores y perezosos de eunuco; fomentado una incultura big brother de charanga y pandereta con su pesebre de folclóricas regionalistas y villanos presidents que emplean la lengua como si fuera una cimitarra degolladora de infieles…

Estamos en una situación peligrosa que recuerda al parte de guerra alemán: “¡Resistid! La situación es seria pero no desesperada”. Los austriacos respondieron con su coña habitual: “Resistiremos, sí, pero se equivocan: La situación es desesperada, pero nada seria”.

 

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