jueves, 9 de mayo de 2013


ESTUDIOS SOBRE EL AMOR

 

Lujo, calma y voluptuosidad van bien con el calor, las olas y un buen trago: Está científicamente comprobado que los abstemios, vegetarianos y no fumadores se enamoran menos y son más crueles, calculadores y aburridos. No por casualidad la gran mayoría de dictadores modernos odia el hedonismo y carece de appetito di bellezza.

Según monsieur Henri Beyle, alias Sthendal, un escritor que presumía de saber mucho sobre el amor, el sexo y las pasiones, creador de Rojo y Negro y La Cartuja de Parma, viajero, cortejador, valiente ante el peligro, emotivo buscador de la felicidad, en la vida encontramos cuatro tipos de amor diferentes:

1-El amor pasión: el de Eloísa hacia Abelardo…

2-El amor placer: un deseo-kama civilizado como el de los dulces días anteriores a la revolución, del que tanto aprendió el cojo Talleyrand, el más hábil diplomático de la historia, un seductor capaz de encamarse con tres generaciones de la misma familia.

3-El amor físico: estando de caza, encontrar una lozana y fresca campesina que huye por el bosque y nos llama mucho más la atención que cualquier venado.

4-El amor vanidad: “Una duquesa no tiene nunca más de treinta años para un burgués”.

Según el malicioso Somerset Maugham, Sthendal era muy vanidoso: Para él las pasiones eran cerebrales y el poseer a una mujer era ante todo una satisfacción de su ego. Como en el trato con ellas era tímido y apocado, la conquista le llenaba de seguridad y se ayudaba de un vestuario llamativo para camuflar su fealdad.

El genio no tiene por qué ser políticamente correcto y Stendhal confiesa: “Amo al pueblo y detesto a los opresores, pero para mí supondría un suplicio perpetuo vivir con el pueblo. Haría cualquier cosa por su felicidad, pero creo que preferiría pasar quince días al mes en la cárcel antes que vivir con los tenderos”.

O sea que hoy Stendhal no estaría hoy en ningún piquete ni durmiendo en una indignada esterilla en Sol, tal y como en el colmo de la hipocresía afirman tantos burrócratas. Él no es un hombre-masa surgido del fascismo-socialismo-comunismo, sino que cree en el glorioso individualismo y la luminosa cultura.

Ortega y Gasset, quien también escribió unos Estudios sobre el Amor, que varían según nos encontremos en el redil o la selva, lo dijo de otra manera: “Mientras el voto de mi portera valga tanto como el mío, no creo en la democracia”.

 

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